martes, 23 de diciembre de 2014

The X Factor - 240388 (Capítulo 4)

Es curioso como Lauren consigue desatar sensaciones tan extremas en mí. Es capaz de poner mi corazón a mil solo con su sonrisa pero a la vez me hace sentir una paz que nunca antes había conseguido. Cuando estaba con ella era como si el mundo estuviera perfectamente armonizado.
-Creo que deberíamos irnos, ya os he retrasado bastante a todos.
-Sí, quiero decir, no nos has retrasado tanto pero sí que tenemos que irnos ya – Abrí la puerta y me hizo una señal para que pasase yo primera, seguí caminando un par de metros mientras ella cerraba la puerta a su espalda – Eh Camila - Mis pies se pararon en seco cuando oí salir mi nombre de sus labios. Me giré curiosa hacia ella.
-¿Si?
-No te alejes tanto que como te tropieces a ver quién te sujeta.
-No seas mala, solo me he tropezado un par de veces – Me miró enarcando una ceja – bueno quizás hayan sido cuatro pero eso no es nada.
-Camila – Mi nombre sonaba tan bien en su boca – nos conocemos desde ayer.
-Técnicamente nos conocimos en el bootcamp.
-Y ese día te chocaste conmigo.
-¿Por qué demonios la señorita Jauregui siempre tiene respuestas y soluciones para todo? – Una leve y tímida sonrisa apareció en sus labios cuando la llamé por su apellido, lo que un aire de suficiencia se apoderó de mí.
El camino hasta la cafetería era un poco largo y nos perdimos un par de veces por el camino ya que no conocíamos apenas la ciudad pero fue muy entretenido. Lauren parecía ser una chica fría y dura pero si la conoces aunque solo sea mínimamente te das cuenta de que tiene un corazón que no le cabe en el pecho y que siente mucho a pesar de que no lo parezca. Tuvimos que llamar a las chicas varias veces para poder orientarnos y saber por dónde estábamos, lo que llegaba a irritar un poco a Dinah.
-Te pones graciosa cuando te enfadas, Jane.
-Ven aquí de una maldita vez y ya te diré yo quién es la mona – reí entre dientes, era superior a mí, se ponía graciosísima – No te rías porque no tiene ni pizca de gracia Karla.
-¡Eh! Te dije que no me gustaba que me llamaran Karla. Te has picado de verdad, Jane.
-Ya vale chicas, dejar de discutir.
-Lauren, ella ha empezado.
-Bueno pues ya vale las dos, tú la has seguido.
-Chicas Ally al habla. Nosotras ya hemos terminado de desayunar y hay que ir a ensayar también y por lo que he oído estáis aún bastante lejos, ¿cómo lo hacemos?
-Si queréis bajamos directamente al estudio.
-Ni hablar Camila, ustedes dos no van a ningún lado con el estómago vacío, bastante que estáis casi sin dormir.
-No te preocupes, yo me encargo de llevarla a tomar algo y vamos directas para allá.
-No se tarden mucho mis niñas. Un beso – Un pitido marcó el final de la llamada.
-Bueno y ¿dónde vamos a ir? Yo no conozco nada de aquí.
-Yo tampoco pero dicen que todos los caminos llevan a Roma ¿Por dónde está el estudio?
-Por allí – señale a la derecha, sin estar muy segura – no, por allí – señalé hacia la izquierda pero no me sonaba nada de aquel lado – no no, por la derecha, seguro por la derecha – levantó una ceja con gesto escéptico – confía en mí, a la derecha seguro.
-Eso dijiste las otras dos veces y acabé perdiéndome por ello.
-No me eches la culpa, te perdiste tu sola.
-¿En serio Camila? ¿Yo sola?
-Bueno, quizás si te di unas indicaciones un poco contrarias pero cargadas de buenas intenciones.
-Estupendo pues ahora estamos intencionadamente bien perdidas.
-Confía en mí, te llevare a los estudios pero antes tú eliges la cafetería a la que quieras pasar y que esté de camino.
-Trato hecho – dijo riendo. Jamás pensé que podía ser tan fácil hablar con alguien.
Estuvimos a punto de perdernos al menos tres veces más y si no hubiese sido por las sutiles intervenciones de Lauren no quiero ni pensar donde estaríamos ahora mismo pero, sin embargo, ella dejó que me llevase el mérito de encontrar el camino correcto. Cuando decidió dónde quería desayunar me apartó la silla para que me sentase mientras ella pedía. Cuando estaba con ella sentía que había alguien a quien yo le importase, que era especial, que por fin era la princesa que deseaba ser de pequeña.
-Aquí está tu leche templada, ¿quieres algo más? – no podía evitar sonreír ante esos detalles.
-No gracias, todo es perfecto así.
-¿Es? - ¿Había dicho es? Soy tonta, siempre me pasa igual.
-Quería decir que todo está perfecto así, es el sueño que me empana un poco – el sueño y tus preciosos ojos verdes, pensé.
Desayunamos relativamente deprisa y entre risas fuimos a reunirnos con las chicas. Nos habíamos retrasado casi una hora pero no fue intencionado, el tiempo se me pasaba volando a su lado.
-Por fin han llegado las fugitivas Lauren y Karla.
-Jane deja de pinchar – le advertí.
-¿Qué pasa, la pequeña Karla no quiere jugar hoy? Anoche no parecía lo mismo – lo dijo entre risas, sabía que iba sin maldad pero no pude evitar cabrearme. Quizá por la falta de sueño, quizá por cómo había acabado la noche. Lo único que sabía era que no podía quitar la mala cara que puse y la cual no pude evitar que Lauren viese.
-Dinah, ya vale – le aconsejó Lauren ante mi reacción – déjalo ya y vamos a ponernos a hacer cosas, por favor.
-Deja a la dulce Karla hablar, al parecer maneja bien sus labios ¿no?
-Dinah Jane Hansen, he dicho, por favor, que dejes ese tipo de bromas ya y que dejéis estar lo que pasó anoche. Eso fue un juego con alcohol de por medio y punto. Tenemos muchas cosas que hacer y tan solo una semana para preparar la actuación que decidirá si entramos o no así que vamos a ponernos ya con ello chicas, por favor.
-Si claro, llevas razón Lauren, no pretendía molestaros.
-Tranquila, perdóname tú a mí, no dormí muy bien y estoy muy agobiada con todo esto. Y perdón también a todas por haber llegado tarde.
-Venga mis niñas, haya paz y no se preocupen, ya verán como con todo nuestro trabajo y la ayuda del Señor entramos ahí – intercedió Ally, como ya era una costumbre.
Caminamos por un pasillo en dirección a una sala asignada en la que organizaríamos todo. Cuando estábamos llegando Dinah se colocó a mi altura y me llamó la atención.
-Oye Camila – la miré -  que lo siento si te he molestado, no era mi intención, de verdad.
-No, no te disculpes que no pasa nada.
-¿Es por lo que he dicho o por cómo lo he dicho?
-¿Disculpa? – debió de ver la duda dibujada en mi cara porque no tenía ni idea de lo que estaba hablando.
-Que si lo que te molestó es el tono que usé o simplemente es el tema lo que importa, ya sabes, “lo de anoche” – dibujó unas comillas en el aire con sus dedos, imagino que para indicarme que no lo decía a malas.
-Yo…no lo sé, no estoy segura. Supongo que sólo estoy cansada, llevo una semana sin dormir bien – me mentía a mí misma, o creo que quería hacerlo, pero la verdad es que desde que me desperté esta mañana no hay otra cosa en la cabeza, detrás del todo, esperando para salir y colarse por todos lados dejándome embobada, solo ella.
-Lo que iba a ser una buena noche al final la acabe jodi…
-¡Dinah! Nada de palabras malas y mucho menos delante de mí. – Ally le regañó. Esta mujer estaba atenta a todos.
-Camila – me llamó bajando el tono - ¿Cómo crees que lo hace Ally para enterarse siempre de todo? – Lo dijo con tal naturalidad que me resultó completamente imposible no reírme de forma escandalosa ante lo que Lauren y el resto, quiero decir, el grupo, se giraron para mirarme.
-Ups.
-Eres un desastre Mila – levanté la cabeza automáticamente al escuchar aquello.
-¿Mila?
-No me digas que he vuelto a meter la pata. Me rindo, no me dirijas más la palabra en lo que queda de día o acabarás odiándome.
-Para Dinah, para. No me molesta sino todo lo contrario, mi hermana me llama siempre así.
-¿Tienes una hermana? No lo sabía
-Sí. Se llama Sofía y es la chica más dulce con la que puedas cruzarte – una sonrisa se me escapó al hablar de esa chiquitaja.
-Se nota que la quieres mucho, que es un sentimiento especial, diferente. Hasta te brillan los ojos cuando hablas de ella – Automáticamente aparté los ojos de los suyos, lo que le hizo sonreír con ternura.
-No hay otra chica como ella y no lo digo porque sea su hermana sino porque tiene una vitalidad y una dulzura que se contagian al momento, es la única que consigue y sabe hacerme sonreír incluso cuando no me aguanto ni yo – las chicas ya habían llegado al final del pasillo y se habían parado delante de una puerta de cristal traslucido tras en el que se distinguían algunas figuras rojas y azules que se movían de un lado para otro. Nosotras nos quedamos algo más rezagadas por lo que tardamos un poco más en llegar a su posición. Lauren y Normani estaban una enfrente de la otra, de perfil a nosotras, y hablaban animadamente mientras Ally tecleaba en su móvil, seguramente hablando con alguien de su familia. La primera movía mucho las manos mientras la otra asentía y sonreía de vez en cuando. Verla charlar de un modo tan intenso me transmitió algo que me animó por dentro, algo que me costó mucho parar, algo que me hizo querer sonreír.
-Oye.
-¿Si? – Respondí sin alejar mis ojos de ella pero no fue algo intencionado.
-¿Sigues pensando en tu hermana o hay alguien más en tu mente?
-¿Cómo dices?
-Que si sigues pensando en tu hermana. Te vuelven a brillar los ojos como antes y una sonrisa furtiva se esconde entre tus labios.
-¿Puedo responderte con sinceridad? – Enarcó una ceja con incredulidad, claro, no sé qué clase de pregunta era esa, nadie quiere que le mientan a la cara pero por otro lado me sentía muy insegura. Ni siquiera yo sabía lo que sentía – Sí, claro que puedo. Veras, yo…no estoy muy segura de lo que siento.
-¿Respecto a qué?
-Respecto a La… ¡Lauren! ¡Normani! – Había olvidado completamente que nos estaban esperando hasta que casi me doy de bruces contra ellas.
-¡Camila! – intervino Lauren con mi mismo tono.
-¿Dinah? – Dijo levantando la mano como un niño en su primer día de clase cuando la profesora pasa lista -  Pensaba que la fase de las presentaciones y la pasamos ayer. ¿A que ahora es cuando yo empiezo con: “Hola, mi nombre es Dinah Jane Hansen…”? – Lauren y Normani rieron pero apuesto a que yo estaba totalmente roja a causa de la vergüenza.
-Venga Camila no te pongas así, ni que hubieras estado a punto de confesarle un secreto de estado delante de nosotras – Normani me cogió pasando un brazo por mi hombro y empujándome hacia adelante y mientras me revolví y me giré un poco con cuidado para, entre señas, muy malas por cierto, decirle que luego le seguía contando y, no sé cómo, ella me entendió y me asintió con la cabeza cerrando los ojos para luego guiñarme uno. Respiré aliviada.
Normani me hablaba de canciones o algo así pero yo no era capaz de escucharla. Le había dicho a Dinah que le contaría lo que pensaba pero no lo sabía ni yo. ¿Y si me equivoco? ¿Y si no me entiende? Creo que me había precipitado demasiado y ahora estaba echa un auténtico lío, otra vez. Y eso me irritaba aún más.
-¿Preparada para nuestro primer día de esta nueva etapa juntas?
-Estoy harta de preguntas hoy – murmuré entre dientes, asegurándome de que nadie me escuchaba.
-¿Qué?
-¿Eh? Nada, nada.
-Nuestra Camila está hoy un poquito empanada, Normani, no se lo tengas en cuenta – Y como si nada Lauren llegó y pasó su brazo por mi hombro libre, como la otra chica había hecho unos minutos antes. Lo hizo con toda la naturalidad del mundo, como si eso no implicase mi cuerpo se volviera loco con el simple contacto de su piel con la mía, como si no me dieran ganas de abrazarla y no soltarla, como si ella no significase para mí nada más que las otras compañeras. Como si no me tuviese completamente loca desde antes incluso de conocerla como ‘240388’. Era sólo un número pero a la vez era mucho más que eso, era mi voz favorita, era la carrera al bajar del escenario pasando por mi lado y una estela de perfume que me aturdió y nubló los sentidos, era los saltos de emoción y los ojos llorosos, era una disculpa sincera y una sonrisa de amabilidad y animo que me dio fuerzas cuando ni siquiera nos conocíamos, es la persona que sin tener por qué hacerlo ha cuidado de mí y ha intentado protegerme durante dos días incluso de su beso cuando eso ha sido lo mejor en mucho tiempo. Aun siendo solo un número lo fue todo, ahora se un nombre y una ciudad pero nada cambia. Ella siempre va a serlo todo para mí incluso sabiendo que nunca, jamás, vamos a poder ser nada.



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