Lauren comenzó a separarse de mí y noté que tenía dibujada
una sonrisa en los labios, la cual me contagió a mí. Caí en la cuenta de que se
me habían cerrado los ojos, cuando los abrí vi la tela que los cubría,
inmediatamente me la quité y observé a mí alrededor; Ally nos miraba con expresión
desorbitada, la mandíbula de Normani casi tocaba el suelo mientras que Dinah
tenía una pose de autosuficiencia y satisfacción. La intermedia rompió el
silencio y realmente se lo agradecí, me sentía muy cohibida con todas ellas midiendo
mis gestos con esas caras de estupefacción.
-¿Qué ha sido eso chicas?
-Queríais vuestro reto ¿no? Pues ahí lo tenéis, cuando
queráis jugamos otra vez que me he quedado con ganas de más, pero la próxima
vez que sea un poco más difícil que si no no tiene gracia. – Todas se quedaron
pasmadas, incluida Lauren que me miraba de una forma que no había visto, con un
brillo intenso en los ojos, los cuales los tenía un poco acuosos, y con un
gesto de decepción en su rostro. Definitivamente no era capaz de seguir
sosteniéndole la mirada por más tiempo. Una oleada de culpabilidad me estaba
matando y tampoco quería seguir con aquella conversación con las chicas. –
Bueno creo que va siendo hora de irse a dormir, mañana nos espera un día
intenso. – Y sin mediar más palabra recogí las botellas y los vasos, los llevé
a un pequeño fregadero de metal que se encontraba situado en una barra
americana. Seguí notando sus miradas clavadas en mí y mis movimientos, lo que
los hacía aún más torpes que de costumbre, no aguantaba que hiciesen eso, de
verdad que no. – Venga, dejad de mirarme que me vais a desgastar – dije
mientras daba una palmada al aire para espabilarlas. El alcohol empezaba a
causar leves estragos en mí por lo que tenía que poner cierto empeño en no
tropezarme yo sola y andar normal – vamos a la cama anda.
Empezaron a levantarse y a organizar lo poco que quedaba por
medio mientras yo iba preparando las camas. Por cuestión de respeto acordamos
que la cama de matrimonio era solo para Ally, quien lo aceptó a regañadientes,
Dinah y Normani pelearon por las dos literas mientras que quedaba un sofá cama
en paralelo a la cama grande y otra más pequeña en perpendicular a ella,
interponiéndose entre ella y las camas de las dos chicas.
-¿De veras que no te importa dormir en el sofá cama? Quizá
estés incómoda, tú eres más grande que yo. – me devolvió un gesto sarcástico –
No me malinterpretes, quiero decir que…bueno vale no sé lo que quiero decir.
Dios, soy un desastre.
-Eh Camila, tranquila – intentaba que su voz sonase alegre
pero me daba la sensación de que estaba apagada, como sin vida – duerme tú en
esa cama y yo en el sofá, tiene pinta de ser bastante cómodo.
-No sé qué decirte, a mí se antoja como una película de
terror; mira, los brazos que hacen de almohada son demasiado altos, al segundo
o tercer día tendrás un dolor de cuello tremendo.
-¿Y la solución a ese problema es que te duela a ti en lugar
de a mí?
-Pues si, la verdad es que sí.
-Sí claro. Me gusta tu forma de arreglar los problemas
Quería contestarle a eso pero no podía, me quedé helada
porque no comprendía la razón de ese comentario pero aun así me dolió. ¿Esa es
la Lauren que yo creía conocer y la que solo estaba cansada o era la de verdad,
la de las veinticuatro horas al día?
-Chicas, chicas no peleen anda – intervino Ally, la más
pacifista de las cinco con diferencia. Estaba segura que con ella nunca nos
pasaría nada – sigo pensando que mi cama sigue siendo demasiado grande así que
si queréis que os la cambie, que duerma yo en el sofá o incluso que alguna de
las dos lo haga conmigo por mí no hay problema. No quiero que ninguna de las
dos os hagáis algo.
-No Ally tranquila, de verdad, estaré bien ahí. Y venga,
vámonos a dormir ya que el día de mañana promete ser entretenido así que será
mejor que descansemos mientras podamos.
-Parece que vayamos a ir a la guerra – reí ante sus
palabras, esperando tan sólo una leve reacción por su parte pero tan solo recibí
una tímida sonrisa que parecía más que nada por compromiso – De acuerdo, me
rindo por hoy – musité entre dientes – Buenas noches a todas chicas.
Tras eso me tumbé en la cama, me arropé y observé como una a
una se iban acostando. La primera fue Normani, quien regañó a Dinah por
despertarla al ir a subir a su cama, ya que era la segunda la que dormía en la
litera de arriba al ganar la batalla. A continuación fue Ally, esta esperó un
poco a que Lauren pasase de la terraza pero al ver que no venía se aseguró de
que todas estuviésemos tapadas y se adentró en la suya. Todas cayeron
profundamente dormidas en cuestión de minutos, todas menos Lauren. Ally, que se
encontraba enfrente mía, parecía una niña a pesar de ser la mayor, tenía unas
ojeras de no haber dormido bien durante al menos la última semana y lo mejor de
todo, parecía feliz.
Estaba a punto de acompañar las chicas a ir a los brazos de
Morfeo cuando el ruido de la puerta corredera del balcón al cerrarse me
sobresalto encogiéndome del susto. Ella, que se dio cuenta de que me removí, se
acercó a mí para ver si me había despertado y una vez que la tenía cerca pude
ver gracias a la luz de la luna que tenía los ojos vidriosos pero no entendía
el por qué. Cuando estuvo realmente cerca cerré los míos para fingirme dormida.
Al igual que esta tarde lo único que noté fue su presencia, por un momento rememoré
fugazmente la escena de hace una hora y las mariposas volvieron a agujerearme
el estómago sin piedad. Fue en ese instante en el que el perfume me invadió de
nuevo tan súbitamente que no estaba segura de sí era mi imaginación o era real
hasta que se inclinó de nuevo hacia mí y sus labios entraron en contacto con mi
frente, tras eso me dio un beso y me sentí protegida y segura. Desde la parte
superior de mi cabeza deslizó sus labios por el lado izquierdo de mi cara, el
que no tenía apoyado en la almohada y besó la mejilla y la comisura de mis
labios. Noté que su actitud se tornaba dubitativa al alejarse de mí unos
centímetros, suspiró profundamente y me dio la espalda para encaminarse a su
cama, no sin antes volverse para dame otro beso en la frente, distinto esta
vez, más pausado pero con más ganas.
Cuando llegó al borde de su sofá se sentó en el borde y miró
hacia el suelo mientras jugaba con sus zapatillas. Parecía abatida y muy
cansada. Al cabo de un par de minutos volvió a suspirar y comenzó a cambiarse,
ya que era la única que no tenía puesto el pijama. Se quitó sus vaqueros y se
puso un pantalón corto sin apenas levantarse del sitio, se quitó las dos
camisetas que llevaba dejando al descubierto un torso, el cual al incorporarse
interrumpió el trayecto de ese resplandor reflejado por el satélite terrestre y
el color blanco inundó todas sus facciones, llenado su cuerpo de un juego de
luces y sombras que la hacía descomunalmente bonita, como esos héroes griegos
siempre tan idealizadamente perfectos. Se giró quedando de cara a la pared y se
quitó su sostén, el cual deposito delicadamente encima de la silla, y se colocó
la camiseta del pijama. Al levantar los brazos los músculos de la espalda se le
marcaron un poco haciendo contraste con su columna. Cuando se metió en la cama
y la observé dormir durante un rato llegué a dos conclusiones; la primera era
que debía ser ilegal ser tan buena por fuera y, a primera vista, por dentro y
la segunda era que estaba segura de que me costaría dormir.
Como yo predije daban las tres de la mañana en el reloj
cuando Ally se removió en su cama, fue a por un poco de agua y se acostó de
nuevo, fue en ese momento cuando se sobresaltó al verme con los brazos rodeando
mis rodillas y mi cabeza apoyada en ellas, ocupando un espacio mínimo en la
cama y con los ojos como un búho en plena noche cerrada.
-Pero mi niña, no me digas que aún no te has dormido – dijo
casi susurrando.
-No, no he podido pegar ojo – no podía decirle cual, o más
bien quien, era el motivo de mi
desvelo durante las últimas noches pero era obvio que sabía que algo me
preocupaba – llevo unos días durmiendo regular pero hoy es más intenso, no
puedo parar mi cabeza.
-Sólo estarás nerviosa por todo lo que está pasando, no te
preocupes. Ven aquí anda – me ofreció su mano a continuación y yo sin entender
nada la acepté – hoy mi niña va a dormir conmigo y no voy a aceptar ningún pero, no voy a permitir que ninguna esté
sin descansar.
Me arrastro hasta su cama y las dos nos metimos, ella colocó
la manta para que estuviese bien tapada y comenzó a acariciar mi pelo al tiempo
que apoyaba su codo en la almohada y me miraba con ojos tiernos. Era la dulzura
en persona.
-Cierra los ojos y relájate, siente que tus músculos se
destensan y no dejes la mente en blanco, lo que debes hacer es pensar en algo
que te guste, algo tranquilo. Ahora cuéntamelo sin abrirlos.
-Estoy en una pizzería con mi familia, mi padre llega con mi
favorita cuando mi madre me está abrazando y me da un beso. El sabor de esta es
tan alucinante y yo soy tan expresiva que no puedo evitar poner caras y todos
acaban riéndose de mí, es en ese preciso momento en el que yo me siento
completa, llena…aunque que conste que no tiene nada que ver la pizza en eso último.
Ally tenía razón, notaba como me estaba durmiendo poco a
poco. Fue la primera vez en toda la semana que no me quedé dormida con aquel
color verdoso en el fondo de mi cabeza y estaba tan cansada que si soñé algo no
recuerdo que fue.
Como una cruel broma del destino lo primero que vi fueron
sus ojos mirándome con curiosidad mientras sus manos removían mi brazo y mi
hombro para despertarme. Me di la vuelta haciéndome la remolona para intentar
poner mis pensamientos en orden.
-¿Ya tenemos que levantarnos? Dios, estoy agotada.
-No, ya tienes que levantarte. Las chicas se han ido a
desayunar un poco antes para buscar primero un sitio, Ally dijo que esta noche
habías dormido poco así que me pidió que me quedase contigo y me dejó quedarme
en la cama un ratito más ya que, junto a ti, soy la que menos ha dormido.
-Lo siento porque tengas que encargarte de mí y que te hayas
retrasado por mi culpa. Estaré arreglada en un segundito – La oí suspirar
cuando me alejaba de allí casi corriendo. Salte por encima de la cama y cuando
fui a caer el suelo el pie se enredó entre las sábanas haciendo perder el
equilibrio, tuve que apoyarme en la pared para no chocar de cara con ella – No
ha sido nada, solo tengo un poco de hambre y tenía buena pinta – Rio por lo
bajo mirando al suelo y negando con la cabeza, incluso casi recién levantada
estaba preciosa.
-No ha sido tu culpa, no tienes que preocuparte pero sobre
todo no corras, bastante suerte tuviste ya ayer de no acabar en urgencias.
“Ayer”. Hace unas
horas parecía tan abatida y sin embargo hoy volvía a ser la misma que ayer. Su
ojeras denotaban que posiblemente hubiera dormido lo mismo que yo e incluso
menos pero tenía un aspecto impecable, el típico que tienen tus artistas
favoritas en una revista o en sus redes sociales, solo que ella estaba allí sin
Photoshop y sin apenas maquillaje.
Cogí lo primero que vi en el armario y me vestí tan deprisa
que ni me fije en si los colores combinaban o si me sentaba bien, lo que
explicaba la cara de desconcierto de Lauren cuando salí.
-¿Qué pasa? ¿Tan mal voy?
-Yo no diría que vas mal pero si un poco…yo no diría que vas
mal.
-Soy un desastre. Ve saliendo tú y luego te alcanzo.
-A ver no seas cabezona – Se puso a rebuscar en mi armario
con mucho cuidado de no desordenarme nada – Prueba con esto a ver qué tal te
sienta.
Me metí en el baño sin saber demasiado bien que debía hacer,
me cambié la camiseta azul que llevaba por una negra ligeramente abierta, pero
no demasiado, y cuando me miré al espejo vi que ahora estaba mucho más elegante
y sobre todo mucho más discreta, nada que ver con el look extravagante de
antes. Abrí la puerta lenta y silenciosamente y la descubrí observando un papel
informativo del hotel, ese debe ser el aspecto que tiene cuando lee su libro
favorito, estaba completamente absorta en él, cuando terminaba una cara se iba
a la trasera y cuando llegaba al final volvía al principio de nuevo. No sabía
cómo podía hacerme notar y tenía miedo de dar un paso y volver a tropezarme con
algo, era especialmente torpe cuando estaba con ella, por lo que opté por toser
ligeramente, en las películas eso siempre funciona.
-Perdón, no te había visto, estaba distraída. Así ya estas
mejor, digamos que ibas poco combinada.
-Sí, mejor dejémoslo ahí. Gracias por no ser más directa –
sonrió ante la broma, no fue demasiado grande, de hecho creo que noté incluso
algo de tristeza, pero era una sonrisa al fin y al cabo – Y venga, vámonos ya
que llevo media hora esperándote, pesada – Sus ojos se desorbitaron, su boca se
abrió de par en par para luego empezar a reír a carcajadas. Me agarró de la
cintura y me empezó a hacer cosquillas – No, Lauren, para, cosquillas no por
favor.
-Llevas más de media hora esperándome, ya que más te da
esperar otro ratito.
-No dije más de media hora, dije justo media – no podía
dejar de reírme, las cosquillas eran mi punto débil.
-Ahora estás en mis manos señorita.
No paró de hacérmelas y yo no paré de retorcerme en sus
manos como un gusano se retuerce para escapar del fuego pero era más fuerte que
yo. Giré sobre mí misma dando de espaldas con el armario y clavándome el
picaporte algo más arriba del costado derecho, lo que me hizo echarme un poco
hacia adelante y acercarme más a ella, que al ver que me di paró y se quedó
frente a mí. Me quedé más cerca de ella, de su ropa, de su piel, de su cuello,
de sus ojos, de sus labios…